Un millón de veces

Parece que es el tiempo de revolver momentos. Yo que siempre me abrumaba por sentir demasiado en palabras. Por juntar letras que formen líneas ordenadas de sentir. Yo que siempre andaba obsesionada, perdiéndome entre trazos, por cómo pueden simples palabras separar y unir tanto, a veces incluso siendo las mismas y simultáneamente. Y hoy, sin embargo, sólo recuerdo bucear, sólo recuerdo el mar. Recuerdo tus ojos, buceando dentro de los míos: esperando, siempre esperando verse reflejados en los míos. Recuerdo navegar en un mar de pupilas en busca de complicidad, de otra realidad, de un asentimiento y una sonrisa, quizá simplemente por mirar. Hoy sólo puedo revolver el mar. Y llegar a un mar que nos convierta en náufragos. Para siempre.

Si yo pudiera iluminarte  Y llenar las ausencias De miradas Y las miradas de vida. Si yo pudiera regalarte Los minutos que faltaron Las palabras que nos quitan. Si después de cada anhelo Pudiese darte una razón. Si las razones nos bastasen Para iluminarte los recuerdos. Si yo pudiera devolverte El segundo que no tuviste. Y volver Siempre volver A hacerte tú  Y vivir sin pensar que te fuiste.

Ojalá algo ocurra. Ojalá dejemos de andar y,  de repente, corramos;  y no nos basten los "cuando  sea el momento" y las luces  reparen las grietas  de nuestra mirada. Y entonces,  la nieve sólo se cuele  en forma de juego y risas  y encendamos el calor  de todas las chimeneas  y el cariño de los que permanecen  se invada de su calidez.  Y nos dejemos, nos perdamos. Nos dejemos los pasados  que crearon caparazones  y los "pero" y los "aunque".  Y nos perdamos en cada  momento irrepetible. Ojalá hagamos que suceda algo.

Ahora que por fin hemos crecido y nos acorazamos las grietas de la mirada y escondimos principios que creímos haber tenido. Maquillamos tempestades y embravecemos las calmas. Siempre andamos, ahora que por fin escogemos los zapatos y nos resignamos los pasos ahora que por fin podemos correr pero siempre andamos.

Tantas son las anclas que sostienen nuestros deseos a cambio de seguridades, que nos niegan voluntariamente deseos y nos cambian la inocencia del niño que se levanta, sin apenas darse cuenta cada vez que cae, por las alas de cera del adulto con miedo a la ausencia de infinitos. Dame infinito Reinventa la inocencia Cae sin miedo Levántate sin prisa Saborea que la ausencia Un día fue compartirnos Ala tus anclas Vuela tus redes Nunca retrocedas Vuelve siempre