Un millón de veces

Profundizar En ese verde semi marrón Como si tus ojos Fuesen lo único que importase Al menos un segundo.

No se puede luchar siempre contra la marea. No se puede esperar siempre el amanecer. No se puede saltar siempre con los ojos cerrados. No se puede deshacer siempre todo en arte.

La absurda absurdez de lo que nunca pasó. De lo que, probablemente, nunca pasará. El sueño. El sueño de lo que es, pero en realidad no existe. Vivir de ti, de tus pensamientos, de tus anhelos. Hacer la vida a tu medida, dentro de ti. ¿Es acaso más real lo que sucede fuera de mi cabeza que dentro? ¿Qué sentido tiene eso? Me deshago. Loca y constantemente ante la realidad. ¿Qué sentido tiene el exterior ahora?

Te ves caer. Sobre la nada que es tu todo. Te sientes perder. Como un dibujo animado que pierde su color que no conoce el hacer reír que se ha quedado sin voz. Sobre un mandil manchado en lo que se ha convertido tu vida. Una mancha deforme y asustadiza como sobre un erizo una caricia. Y caes con y sin remedio. Sin elección pero queriendo.

Desdigo lo que no afirmé afirmando una mentira. Puedo escapar, reír, saltar, pero no sé espantar viejas conocidas. Me sonrío y me descubro echando de menos, añorando lo que nunca tuve, dando patadas a algunos recuerdos. Me deshago y me imagino viviendo en otra vida. El problema no era morir sino soportar el sufrimiento de vivirla.

El miedo al atrás, al abismo de un error. La inmovilidad, los pies congelados obviar el adiós. Las mismas preguntas las mismas respuestas. Los juegos. El dolor. Las manos tendidas y la dulzura encallada. Mirarse y saberse preso de lo que tiene que ser esclavo de lo que quieres y no quieres. Avanzar. Y lamentar haber cometido el peor error. ¿Compensa lo que debemos hacer el dolor de hacerlo?

Cuán pequeño se ve el infinito a veces...

Soy naufrago de un sueño sin final y sin principio, que en la isla de tu pelo, de tus ojos, de tus besos, ha caído rendido presa del dolor que eres tú. Sólo me ha quedado una mentira que guardo en el bolsillo derecho, el mar corrió su tinta pero no pudo borrarla por completo. He naufragado y soy culpable reconozco que quería hacerlo. Ahora me atacan la sed y el hambre, pero mentiría al decir que me arrepiento. Ya no sueño contigo, me ha atrapado un sueño.

Y yo... Me agarro a tus pupilas como una sombra que respira, como una oveja sin rebaño, como una relación sin mentiras.

Y quién es Julia, se preguntaba a veces. De manera suave y delicada para no llegar a escucharlo. Como una pregunta que quiere ser retórica pero busca inevitablemente una respuesta. No puedes no saberlo. si no lo sabes tú, ¿qué te queda? Tengo un montón de plásticos que dicen conocerme. Carnets, tarjetas. Amigos. Pero, ¿quién es Julia? Se arremolinan en su cuello sentimientos y suspiros, brisas de aire de otras bocas. Besos, canciones, caricias. Pero eso no contesta a mi pregunta. No qué has sido, no quién quieres ser. Ni siquiera quién crees ser. Quién es Julia.

Perder y perderse. Esa obsesión mía, ese no dejar vivir y consumirse. Vivir en varios a la vez y en ningún lugar. Consumirse, no saber expresarse. No sentirse vacía pero tampoco saber llenarse. ¿Cómo canalizar un sentimiento de frustración que te gusta, que quieres seguir teniendo? Perder y perderse, una y otra vez. Volar y volarse. Como un suicida. Caer y caerse. Malditos pronombres que lo cambian todo y lo dejan todo igual. Reconocerlo es el primer paso, ¡y una mierda! No encontrarse y perder. No saberse encontrar. Supongo que me lo he ganado. Yo decidí irme,yo decidí perder y perderme. No es excusa. Ser yo no es excusa para hacerlo mal. Ser yo no es excusa para no hacerlo bien. Ser yo simplemente no significa nada si el resultado no es bueno. Nada es seguro ya. Nada se controla, todo desaparece en un segundo y te preguntas cómo llegaste hasta ahí. Qué maldito sentimiento es este de sentirse dentro y tan fuera al mismo tiempo. De echar de menos y no quere