Entradas

Mostrando entradas de agosto, 2012

II

Llovía. Llovía como llueve en las ciudades de clima tropical. Llovía humedad pura y calor asfixiante. Se escuchaban truenos a lo lejos y por la ventana solo se vislumbraba una cortina borrosa y gris formada por gotas de lluvia que caían a una velocidad vertiginosa.
Esta es la historia de cómo murió Julia. No es una historia triste, a pesar de que haya quien quiera calificarla así por su final, Es una historia que pasó y pasará inadvertida, como ella. Como esa pobre niña delgada y morena, ni muy alta ni muy baja, ni gorda ni delgada, ni fea ni guapa. Esa niña que no resaltaba absolutamente por nada y por nada será recordada.
El mundo es un pañuelo, dicen. Vayas donde vayas, estarás bien. Ir y volver, empezar una y otra vez. Esa es nuestra vida. Hay momentos en que uno simplemente comienza a andar y no sabe cuándo o cómo parar. Quizá porque piensa que andar es una obligación, que es la única forma de trazarse un camino. Aunque no sepa qué camino elegir y aunque quizá simplemente esté siguiendo uno ya trazado, pero por lo menos avanzas, por lo menos continúas. Eso te da motivos más que suficientes para auto-consolarse. Había días en los que a Julia no le apetecía levantarse. No es que quisiese ponerse trágica, no es que no le gustase su vida. Simplemente no le apetecía ser ella por un momento, no le apetecía vivirse. Es una chica rara, pensaba todo el mundo en su escuela. De un misterio encantador, de un frágil tan recio que nadie podría romperla empleando toda su fuerza y, sin embargo, podría bastar un soplido.