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Mostrando entradas de septiembre, 2015

Esquinas de pasiones

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La palabras, mal hiladas, Que son ideas Donde perderse. El zumbido de neuronas Que son pasiones Y no personas, Donde quererse. Las revueltas de los miedos Las estrellas que no esperan El correr sin rumbo fijo El dormir en los desvelos. Revolverse a la vuelta de la esquina de las expectativas. Volar hasta quedarse sin sueño. Soñar hasta sentirse viva.

Suponerte

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Supongamos que te vas Y vuelvo A resolver palabras. Y te acurrucas entre Miradas que no son nada. Y me voy y vuelves A dejar que pase Lo que nunca pasa.

Vivir de más

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Siempre he pensado que Más vale vivir de más que vivir de menos. Volar a cada zancada. No guardarse una palabra Hacer de tus latidos, alas.

Un millón de palabras

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Una lista congelada de absurdos que ni siquiera se esfuerzan en cobrar sentido. Un millón de palabras, de gestos, de sonrisas, que nunca serán otorgadas. Un constante querer. Un nunca poder, un nunca atreverse. Un de repente y un ojalá. Un batido de ambos. Un no me apetece. Un no sé llorar. Un adiós que siempre significa hasta luego. Un sin ti no sé soñar. Mezclas quizás y siempres, repites menos y quieres más.

Volver y revolver

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Una muerte fina y dolorosa, de la que solo se consigue en vida. Palabras turbias, corazón encerrado, constante huida. Volver y revolver en el pasado. Encerrar miradas, no olvidar subidas. Poner letras absurdas y escribir extraños poemas. Correr si dudas. Mirar atrás para abrir la puerta. Vivir y no vivir conmigo. Convivir con las maletas hechas.

Saborear el cielo a pedacitos

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Saborear el cielo a pedacitos, como si fuese un chupa-chups. Romperlo poco a poco: lo muerdo, lo derrito, noto en mi lengua el cielo azul. Deshago y hago tus estrellas. Busco historias para no dormir. Me esposo y me detengo, mis sentidos se atrofian sin ti. Sé sentir y sé qué siento pero no sé vivir sin latir. Sé encontrar a los vivos muertos y sé matar para vivir. Y aún no encuentro lunas que quemen tanto como el sol. Aún vago, aún tengo pienso, aún tengo dudas y aún no sé sentir sin dolor.

Y ya no tiene corazón

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Tenemos un corazón frágil, muy desgastado y magullado, con heridas que aún sangran y cicarices que no curamos bien...tenemos un corazón de cristal que intenta protegerse de todo...de todo y de nada pero que necesita esa protección, sólo por no volver a caer en los mismos errores, sólo por no romperse en mil pedazos como tantas otras veces... Y, así, la gente te mira, cree conocerte e intenta juzgarte, colocarte en uno de sus grupos mentales (qué sería de nosotros sin clasificaciones injustas y prejuicios) y te colocan en el de "personas sin corazón", porque creen que no sientes, porque creen que no eres capaz de amar, porque piensan que la vida se reduce a lo que se ve, y a ti no te ven. Pero ya ni siquiera te parece mal...eso es lo que tiene el cristal: es transparente, para que sólo los que se fijan puedan verlo..... Aunque ya nadie se fije.

Caricias sin rozar

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Después del ayer queda el nunca, y, tras el nunca, un ojalá. Al ojalá siguen temores y caricias sin rozar. Al desencuentro siguen pasos en direcciones opuestas. Para tormenta no hay cielo raso ni al sol siguen las estrellas. Después de ti no hay yo. Antes de ti no hay mí. Mientras yo exista y tú no sientas, mientras te sienta sin sentir. Y tu yo resbala en lágrima de tus ojos a mis mejillas. Y mi tú se rompe al beso, un beos al que no siguen risas. Mi olor en ti. Tu voz en yo. Mis ojos sin ti. Una luna y alcohol.

Tratarnos de usted

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Mi amor en ti. Tratarnos de usted, besarnos de yo. Reir sin sentir. Amar sin amor. Ese es mi amor en vos. Un crucigrama y pipas: con tres palabras, sin color. Una canción, no hay risas. Una vuelta de tuerca, pizcas de dolor. Creer en ti y amar en papel. Amarte a ti es escribir. Censuras. Me censuras al dejarme que te pinte, que te escriba, que te tenga sin amarte. Te rehuyo y me buscas. Busco un error, una excusa. ¿Por qué no puedes dejarme?

Nos vamos arañando

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Despertar

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Nunca he sabido volar, o, quizá, siempre he volado demasiado alto. El cielo se cansó de esperar y el sol se quejaba de vicio. Puede que alguien estuviese mirando hacia arriba. Puede que alguien incluso, imaginase ver una estrella fugaz... y le pidiese un deseo. Y ese fue el único deseo que se cumplió aquel día. Alguien corría y corría, sabiendo que no podría escapar. Pero ya daba igual. Daba igual quedar atrapada y no poder escapar, daba igual apostarlo todo a doble o nada, daban igual las palabras, porque ya no significaban nada. Daban igual las estrellas, envidiosas ellas, que susurraban en su oido que pronto iba a despertar.... ... siempre quedaría una luna esperando sus sueños.

La mar

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Todo aplacado. Todo en calma. La tormenta ha pasado. O quizá no, quizá sólo se haya calmado para retomar fuerzas y volver con más intensidad. Pero da igual y él lo había entendido sin necesidad de explicación, de turbias o abundantes palabras, de estúpidas prohibiciones. Pero también sin secretos. Era el momento, lo sabía. Paseó hasta la playa, aún sabiendo lo arriesgado que era no hacer ese trayecto corriendo, pues, en cualquier momento podía regresar... Tardó poco más de cinco minutos en llegar hasta la orilla. Se quitó la camiseta y notó el aire frío. Se quitó también el pantalón, quedándose sólo con un bañador rojo oscuro, desgastado por el tiempo, y la piel de gallina. Se metió en el agua. Estaba caliente en comparación con la temperatura exterior así que rápidamente se adentró en el mar un par de metros, hasta donde apenas hacía pie, y se estiró, dejándose llevar por el mar totalmente calmado y plácido que se extendía ante él. Cerró los ojos, aunque ni siquiera había salido e