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Práctico e ideal

Se me mezclan tantas veces la vida práctica y la ideal Veo lo injusto, lo que no quiero y tantas veces me siento a esperar. Me digo que no puedo hacer nada o repito que algo está bien o mal porque una vez así me lo dijeron Porque es más práctico sobrevivir que gritar. Y cuando saco del pecho alas se me ancla el aleteo al porvenir. Ya no contesto como un niño a qué quiero ser de mayor ya no pienso, luego existo ahora existo como piensen que es mejor. Y si me revuelvo porque creo que algo estamos haciendo mal me preguntan qué he tomado, qué ocurre, si yo me puedo conformar. Esperemos entonces a que griten los que no pueden hablar que luchen quienes no tienen armas Que cambien quien no tiene que cambiar.

Distintos

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Supongamos que supongo Que hoy ya no nos conocemos Nos borramos. Nos des-conocemos. Supongo que dejamos Atrás lo que siempre creímos Reinventamos nuestras alas Cuestionamos lo debido. Y si hoy me saco de encima maquillajes Y hoy muestro que como tú soy frágil. Y corro y grito que no tenemos Por qué ser distintos. Olvidar aquello que me dijeron que es mío Pensarnos cero, renacidos. Qué piel distinta decidió distintos derechos Qué distintos derechos nos dan ojos nuevos Qué te debo y qué me deben Cuánto valgo y cuento merezco.

Escuchar

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Escuchar. Esa incongruente y disparatada forma de entendernos. Ese increíble ejercicio de dejar de mirarnos a nosotros mismos de dejar de ser nuestro centro de callarnos de ver más allá del yo y pararse a distinguir a otro. No escuchar como oír. Sino escuchar de entender. Salir de la oscuridad del egocentrismo solitario y caprichoso. Escuchar y entender. Empatizar.

Rodamos

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Tantas veces nos transformamos. Nos reconvertimos a diario en sombras  de la historia que vivimos. Y rodamos. Siempre rodamos,  a veces películas que nos eximan de mantener los ojos abiertos y otras cuesta abajo. Escapamos. Somos tan escurridizas como nuestra imaginación nos permite tan gráciles como nuestra ausencia de alas. Y volamos. Siempre volamos. Tan alto como las miras por encima de lo mundano.
Todo lo que somos son sólo retales de nosotros

Felicidad de diccionario

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La sensación, permanente e invariable, de caminos marcados sin posibilidad de explorar la frondosidad de lo que se esconde más allá. Siempre pensaba, ¿cómo saber que quieres algo cuando aún lo desconoces? Exacto, no hay más allá cuando nos fabrican en serie ante ideas y pensamientos preconcebidos, cuando diseñan qué somos y qué sentimos en cada momento. Seres capaz de adaptarse al medio, quizá así sobrevivimos, absorbiendo e imitando las convenciones de lo que "debes ser o hacer". No dejo de pensar lo que me sorprende, lo que me horroriza y lo que me asombra. Y cuán iguales o diferentes somos dentro de la singularidad que creemos poseer. Hasta nuestras diferencias son tan masivamente igual es que parecen trazadas con compás.  Y lo peor, cómo nos sometemos a la resignación simplemente por la sencillez de adaptarse.   En perfecto estado. A diario y en ruinas sobre los cimientos desgajados de cada mirada entumecida sobrevuelan los pensamientos los cruces,

Sensaciones

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Las sensaciones. Esos sabores que dejan en nuestra bocas los impulsos que no podemos controlar. Lo que deseamos y lo que hacemos sin más reflexión que las ganas. Hacer de lo inevitable lo bello. Renunciar a los juicios y los prejuicios. Quizá y simplemente, vivir.

Tránsfugas

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Nos dejamos acaparar por las circunstancias y los sucesos que no controlamos. Los llamamos casualidad y seguimos adelante. Si nos gustan los guardamos, si nos desagradan los olvidamos. Sólo les damos nombre cuando los queremos, como una forma de retenerlos, de hacerlos nuestros. Como cuando el Principito domestica al zorro haciéndolo suyo, como cuando el zorro asocia los campos de trigo dorados con su pelo. Nos apropiamos de cualquier imagen convirtiéndola en recuerdo.  " Es lo que hace que un día sea diferente de los otros días, una hora de las otras horas ".  Simplemente éso, quedarnos el tiempo de la única forma en que nos es posible, como recuerdo .  Como tránsfugas huyendo siempre hacia delante en una acelerada carrera sin meta. Como recuerdos de olvidos de otras mentes en otros ojos en otros guiños. Como nunca si fuese suficiente. Como tarde. Como ausente de recuerdos poseídos, como preso de recuerdos inertes. 

Tres suspiros

Tres suspiros. A veces ésa es la vida. Tres suspiros era lo que nunca soñaba, un momento tan fugaz, sólo unos segundos, unas respiraciones intensas y el fin. Llámame optimista quizá, pero siempre pensé que nada podía acabar a los tres suspiros. Siempre he pensado que tras tres suspiros quedan las ganas de más, la intención de quedarse, la voluntad de gritar. No me planteaba, al principio, si tres suspiros bastarían para mí. Siempre he sido de respiración agitada, de prisas, de vivir corriendo y dejar a mi paso mi aliento desordenado en todo lo que hago. Pero a veces te paras, en seco, con o sin sentido, con o sin calma, para recostarte en el pecho de alguien y, entonces, sólo en esos momentos, la vida, llena de colores y olores, de prisas y gritos, de precipitaciones, se detiene para centrarse en el profundo respirar del otro. En cómo su pecho asciende y se llenan de aire sus pulmones. Cómo ese simple gesto es capaz de llenar de vida ese encierro obligatorio de un alma en nuestro cu

Mentira

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Son mentira. Tantas palabras, tan embaucadoras letras juntas, pronunciadas y escritas, plasmadas de cualquier forma y sin más sentido ni significado que rellenar el vacío ausente de la página en blanco.  Son mentira, sus construcciones y su significado. Enlazar las líneas curvas de los anhelos que nunca nos regalamos en voz alta. Revolver las vueltas de esperanzas insulsas e infundadas que nos engañan con palabras pronunciadas o ausentes. Desandar siempre hacia delante  como indolentes. 
Tan llenos de imperfecciones tan ausentes tan vacíos tan resignados a la nada tan inmunes al frío. Y después de la nada y del calor de la ausencia y las banderas después de lo que nos queda los todos cubiertos de esperas. Antes de irnos y como si nunca fuésemos a marcharnos iluminamos lo que nunca vimos silenciamos lo que siempre escuchamos. Y sí, al final, siempre andamos.

La mitad

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Hacemos y deshacemos nuestras intensidades. Los siempre y los nunca nos amordazan de tal forma a nuestras realidades y maneras de sentir que no podemos utilizarnos en vano y, sin embargo, otra veces no podemos más que gritarlos.  De cualquier forma, con más o menos temores, escudos, balanzas que compensar y farrogosos caminos cruzados que encontremos, siempre pienso que al final, lo que todos buscamos no es más que desnudarnos sin miedo a que otros ojos acaricien nuestras cicatrices e imperfecciones más profundas.  Basta ya de fantasmas y De desventuras ilusionadas. Basta ya de batallones rendidos Y de balas derretidas. Basta ya de caretas  Sobre caras encendidas. Que basten ya las penas  De soledades escondidas. Que vuelva la luz del ocaso E ilumine un alma perdida, Que vuele, Que ría,  Que sufra. Perdida. Pero llena. Y camuflarme desnuda Tras el junco invisible, Impenetrable, Misterioso e insondable de tu mirada. Y deshacerme en espu

En tu boca

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Qué raro suena el desengaño en tu boca y qué maldita la risa cuando la vistes de mueca cansada. Qué bien suenan los acordes de los besos y qué desafinados al cantarlos como  recuerdos. Qué caricia sentir una y otra vez tus ojos naranjas deslizarse como el sol de la tarde por las pieles que nos quemaban las miradas si nos vestíamos. Qué lejano ondea hoy tu pelo. Qué fuerte resuenan los cambios. Qué ásperas las manos que deslizan mis palabras como juegos inacabados que a nadie  interesan. Qué raro suenas como recuerdo en mi boca. Qué mal sabes como olor en mi ropa.

Héroes

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Nos creíamos héroes y,  quizá, no éramos más que ilusos. Nos brillaban los ojos ante cada reto, cada nuevo día era una nueva aventura. Soñábamos sí, sin prisa y sin pausa, incluso sin saberlo o buscarlo, simplemente mirábamos siempre más allá, veíamos siempre más allá.  La realidad chocaba  contra nosotros una  y otra vez  pero nunca nos derrumbaba,  ni nosotros a ella supongo.  Siempre conseguíamos volar. Bastaba cerrar los ojos y, a veces, incluso con ellos abiertos. No era una cuestión de ganar o perder, ni crear mundo para eludir el nuestro, no nos hacía falta buscarnos ni rehuirnos; simplemente consistía en volar.  Y crecimos. Entre vuelo y vuelo y sin gafas. Salíamos a buscar como si estuviésemos perdidos palpábamos los muros en vez de sobrevolarlos tocábamos antes de mirar, pensábamos antes de soñar. Crecimos, quizá.

Curvilíneos

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Aún nos quedan palabras, sí. Aún nos quedan las curvilíneas  caricias que suspiran en mi espalda. Pero, sobre todo, nos quedan silencios. Como si la ausencia de sonido no pudiese ser curvilíneo, como si lo que nunca nos dijimos quedase fuera de lo escrito y ya no quede tiempo.  Quizá fuimos osados cuando recogimos nuestros miedos para construir barreras de pasados. Quizá quisimos encarcelar  un verso dentro de un verso y quedó mudo en su encierro. Quizá tú y yo nunca fuimos distintos, quizá nos igualaron las yemas de los dedos inquietos sobre nuestros cuerpos.

Los que quedamos

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Reducimos el mundo a lo que captan nuestros ojos y nos dejamos llevar por la inercia de lo que crearon para nosotros. Sabemos que tras caer debemos levantarnos pero, aún más importante es, sobre todo, nunca caer. Nos quedamos tendidos sabiendo que, al fin y al cabo, la tierra seguirá  rotando. Aplazamos, esperamos, olvidamos, creemos ganar cuando perdemos. Y rotamos, eso siempre, por inmóviles que nos mantengamos. Decidimos mover el cuerpo y estancamos el alma. Nos quedamos como un verso dentro del beso que nunca habremos rozado. Perderemos, sí, al final siempre nos queda eso; La derrota y la pérdida en el inexcusable pasar del tiempo, en los suspiros de los nunca que un día pronunciamos, en los anhelos de lo que nunca recuperamos. Perderemos, claro, como siempre. Da igual si es luchando o cansados, sin espadas ni castigos sin líneas rectas ni versos. Caeremos, sí,  pero cuánto fuimos.
Al final, eso somos, una quimera solitaria, un verso dentro de un verso. Al final, somos lo que queda después de la nada, cuando quitamos todo lo que nos imponemos.  Libertad. Dame libertad 

Vete

Hoy, por favor, vete. He pedido tantas veces que te quedes, tantas veces lo he deseado e incluso dicho, que quizá te resulte extraña la petición que te hago hoy; pero sí, por favor, márchate. Necesito que me dejes, porque yo no soy capaz de hacerlo sola. Que te vayas, simplemente, y me dejes ser quien soy, sin dependencias ni decepciones, sin pedir los restos de los momentos que te sobran, sin pedir nada. Necesito que te marches, porque yo no sé hacerlo; así de absurda e inútil puedo llegar a ser, ya ves, destrozando toda la racionalidad de las teorías y los debe que yo siempre pronunciaba. Vete. Corre. Por favor, déjame atrás y déjame seguir a mí hacia delante. Quítame las cadenas que yo me impuse, las que también a ti te pesaban. Quítame la espera y la esperanza de lo que nunca ha pasado, de lo que nunca he tenido, de lo que nunca has querido darme. Llévatelo contigo. Huye de mí, déjame dejar de ser la opción segura y nunca elegida; la no luchada, adquirida. Déjame verte marchar

En búsqueda de la libertad, a cuántas cosas nos encadenamos

Ideas, amores, pensamientos, libros, esperanzas y esperas, dolores, rencores, ausencias, empatías y paciencias, vueltas y revueltas, disparos, dobleces, mareas. Quizá sólo nos quitan la libertad que nos sobra.

Déjalo

Pasamos tanto tiempo haciendo encaje de silencios que a veces creamos algo hermoso Pero, normalmente, sólo conseguimos encadenar ausencias. Déjalo. Que cante y truene al mismo tiempo sus pasados.

No esperes...

Hemos volado ya tantos vuelos hemos parado los pies delante de la carretera en llamas y suspirado ante trenes que partían que irremediablemente esperamos. Y volvíamos siempre una y otra vez tarde a quedarnos con las ganas y sin ellas a esperar lo mudo sin palabras a vaciarnos el pecho de anhelos. No esperes hoy no te mantengas ahí estática como si algo fuese a suceder. No hay tren ni llamas las alas son las que han partido. No esperes ganas no esperes palabras. Hoy no esperes.

Julia

"No puedes robarme éso" repetía una y otra vez Julia, cada vez con las palabras más calladas y dubitativas mientras clavaba su mirada en él. Ojalá algo nos perteneciese hasta el punto de no poder perderlo, hasta el punto en que no pueda ser robado de nuestra esencia. Normalmente nos conformamos con las teclas de nosotros mismos que vamos pulsando, repetimos y nos repetimos quién somos, expresando únicamente quién deseamos o creíamos ser pero, ¿cuánto hace que no nos pulsamos a nosotros mismos, que elegimos cada minuto y cada segundo en función de un ideal y no de nuestros instintos? Julia siempre había vagado, de una forma u otra, por la indefinición del perderse y encontrarse como por azar. Había gritado quién era y se había enfurecido cuando alguien se lo había negado. Pero también había volado, sí, había volado más lejos de lo que su imaginación hubiese podido regalarle, se había retado, ganado y perdido al mismo tiempo. Había rozado tanto con las puntas de los dedos que

Poesía

Al final tras desperezar el alma y el espíritu uno se pregunta qué no es poesía

Trazos

Los caminos trazados por nuestros pasos, se quedan cortos. Las líneas de las letras trazadas con tus curvas, ya no sirven. Las palabras pronunciadas con nombre y apellidos, las siluetas tras las sombras, las puntadas con hilo. Se me agotan y me sobran los personalismos que no nos llevaron a ninguna parte, las ganas con las que siempre nos quedamos, los recovecos en los que un día nos escondimos ya no son un lugar cómodo en el que quedarse, los trajes a medida que nos hicieron los miedos, los adioses y los perdones que no recibimos hoy nos quedan cortos de manga. Hoy es hora de unos nuevos zapatos. De reinventar las palabras con las que escribirnos y pronunciar las letras de las palabras sin silueta. De dejar los hilos sin puntadas y las tallas sin vestido.

Ropa y tinta

Desnudarse tranquilo convertir la ropa en tinta que resbala sobre el cuerpo formando líneas que son letras de palabras impronunciables de silencios del desvelo de la noche ya de nadie que fue sobre la espalda un roce

El final de los finales

Dejemos para el final los finales. Fuimos posponiendo los días y las horas, levantándonos a tientas en la noche aspirando únicamente a no chocar con cualquier mueble inesperado, con los brazos estirados y rogando no hacernos daño, ¿de qué sirve esa reticencia a encender la luz? Sí, quizá sea una comparación incomparable, la vida y el avanzar a tientas medio dormidos; pero tantas veces avanzo así, en la vida y en la noche, que al final lo confundo sin poder evitarlo. Los sentidos adormecidos por la rutina del día que no elegimos, sino que nos vino dado. El entumecimiento general que provoca el miedo, quizá en menor medida el miedo a un golpe inesperado, quizá en mayor medida la caída hacia el fracaso que siempre creemos que los demás nos auguran o que se esconde tras cada posible decisión. La incapacidad de nuestro cerebro de encender luces y despojarnos de las incertidumbres y creencias de lo que se encuentra y dónde se encuentra, lo que nos vino dado, lo que se espera, lo que nun

Un millón de veces

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Lo que busco es quién  sea capaz de romperme, deshacer en mil pedazos mis mundos  el escalofrío en la nuca  el desvelo interminable  el "siempre" rotundo la caricia muda. Es... Tan irreal como el presente. Tan divertido como perderse. Un millón de veces me perdí y aún no me he encontrado ninguna. R-evolucionar resulta siempre  una decisión inoportuna. A lo que vuelvo son  siempre excusas, son "yo" aglomerados disfrazados de pasos. A darme un millón más de fracasos esperados. Dejar que pasen los años.

Despedidas

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Poco a poco silenciamos las partidas disfrazándolas de esperanza de lo que aún no conocemos de lo que nos depara el mañana. Obviamos las historias  que irremediablemente nos hirieron y repartimos las pequeñas glorias que de nada nos sirvieron. Y pasamos las personas con cada  uno de los roces que nos producen, y deshacemos las caricias y bofetadas en los escalofríos narrados  que no volverán a agrietar nuestra cara. Qué vano y delicado qué  incordio de presente qué avanzar siempre sin pasos qué tocar siempre sin manos.

Avanzar

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Cómo puede este avanzar no parar de alejarnos. Quizá este camino, en constante desnivel  y plagado de obstáculos no sea más que un sinsentido que, queramos o no, nos llevará donde debamos estar. Pero y, ¿qué significa "deber" en este contexto? ¿Dónde nos lleva un supuesto determinismo en forma de camino? ¿Hay un lugar donde "deber" estar queramos o no? Siempre elijo la opción que me da mayor inseguridad que me abre una puerta a lo desconocido Y me aleja de dónde querrían  que estuviese la que desfigura el camino  la que deja que el viento la bese. Y si nos castiga, que lo haga.    Y si tropezamos, rodaremos. Y si nos aleja... que deje que se vaya.

R-evolución

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A veces no sólo no nos entienden... Sino que nuestro espíritu es incluso incomprensible para nosotros. Y la inquietud que nos produce es tal que no nos sirve una simple revuelta... Necesitamos dar paso a una revolución. La revolucionaria sensación  de ser quien elige. Perderse entre la opción  que deja sin palabras y  las indiferentes. R-evolucionar los mundos que nos guardamos delatar nuestras guaridas  y volver a revolucionarnos. Simplemente revolver las opciones quedarnos sin aliento en el encuentro olvidar la búsqueda razonada  y elegir una revolución sin palabras.

Versarte

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Ser capaz de versarte, de guardarte en palabras y llevarte siempre en mis líneas. De hacerte puño y letra. De transformar tus rincones en mis trazos, en mis líneas. Versarte, como si nunca fuese a llegar el final del poema.