El mundo es un pañuelo, dicen.
Vayas donde vayas, estarás bien.

Ir y volver, empezar una y otra vez. Esa es nuestra vida. Hay momentos en que uno simplemente comienza a andar y no sabe cuándo o cómo parar. Quizá porque piensa que andar es una obligación, que es la única forma de trazarse un camino. Aunque no sepa qué camino elegir y aunque quizá simplemente esté siguiendo uno ya trazado, pero por lo menos avanzas, por lo menos continúas. Eso te da motivos más que suficientes para auto-consolarse.

Había días en los que a Julia no le apetecía levantarse. No es que quisiese ponerse trágica, no es que no le gustase su vida. Simplemente no le apetecía ser ella por un momento, no le apetecía vivirse.

Es una chica rara, pensaba todo el mundo en su escuela. De un misterio encantador, de un frágil tan recio que nadie podría romperla empleando toda su fuerza y, sin embargo, podría bastar un soplido.


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