Se limitaba a andar. A forzar los finales tristes. A desenterrar pesadillas. A no aplicar sus propios consejos. A volar. Y despertaba cada día pensando en el tormento de tener que volver a abrir los ojos, al tormento de otro puñado de horas inútiles que tendría que vivir como si realmente le interesara algo la vida de pared, de fría y dura pared blanca. Como si soñase con algo más que soñar.
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Formas de hacer las cosas
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Supongo que siempre hay formas de hacer las cosas. Hacerlas como si nunca fuesen a repetirse, como si tu vida dependiese de ello Hacerlas con saña y con conciencia, apreciando cada detalle, apreciando el paso y el ritmo. Y también claro, a lo loco y a sabiendas de los errores que se cometen, como si nada fuese tan importante para pararse un rato, como una huida hacia delante. Y quizá esto puede aplicarse a todo, a escritos, a concursos, a dibujos y abrazos. A amores, a soñar despiertos y a amigos. A personas, sí, sobre todo a personas. Supongo que en muchas ocasiones lo importante es la patada y el empujón adelante que supone. Supongo que otras es el sabor que deja en la boca los momentos que saboreaste. Y muchas da igual, no tomamos decisiones y no nos paramos. No huimos y no saboreamos, sólo continuamos. No apreciamos coste de oportunidad, ni derrotas ni victorias. Simplemente no vemos las distintas formas de hacer las cosas.