Julia despertó con las sábanas arremolinadas a sus pies, medio caídas, y la sensación de que ese calor húmedo y pegajoso había estado abrazándola toda la noche. La habitación, de colores pastel y blancos, amanecía gris y ruidosa por la lluvia golpeando las grandes ventanas que aún permanecían con esas cortinitas de plástico cerradas y que hacía mucho que nadie abría.
El móvil vibraba, dando señal de que un montón de mensajes absurdos querían hacerse oir ante esa chica que aún medio somnolienta y ya completamente desnuda se dirigía hacia la ducha. Su silueta dibujaba unas curvas perfectas y la luz grisácea de la mañana contrastaba con su piel morena.
El móvil vibraba, dando señal de que un montón de mensajes absurdos querían hacerse oir ante esa chica que aún medio somnolienta y ya completamente desnuda se dirigía hacia la ducha. Su silueta dibujaba unas curvas perfectas y la luz grisácea de la mañana contrastaba con su piel morena.
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