Caricias sin rozar
Después del ayer queda el nunca,
y, tras el nunca, un ojalá.
Al ojalá siguen temores
y caricias sin rozar.
Al desencuentro siguen pasos
en direcciones opuestas.
Para tormenta no hay cielo raso
ni al sol siguen las estrellas.
Después de ti no hay yo.
Antes de ti no hay mí.
Mientras yo exista y tú no sientas,
mientras te sienta sin sentir.
Y tu yo resbala en lágrima
de tus ojos a mis mejillas.
Y mi tú se rompe al beso,
un beos al que no siguen risas.
Mi olor en ti.
Tu voz en yo.
Mis ojos sin ti.
Una luna y alcohol.
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