Planchar las arrugas que quedan en nuestra piel. Recogerse el pelo. Quitarse el sombrero. Maquillarse las ojeras y las desdichas. Doblar la esquina y los recuerdos.

Cegarse,
No volver.

Y volver.

Ese momento cuando sabes que está haciendo algo más pero sin embargo quieres hacerlo. Cuando te cansas de esperar. Cuando te cansas de dudar.

Cuando no entiendes por que todo el mundo parece tenerlo todo resuelto, cuando no entiendes por qué no lo entiendes.
Las cosas ocurren.
Se va la luna y queda noche... pero cuando se va el sol no queda nada.

Y plancharte despacio. Sin prisa pero sin pausa. Sabiendo que volverás a arrugarte entre tanta humedad, entre tantas lágrimas que nunca llegaron a ver la luz.

Pero esta vez no te pierdes, no.
Algo es algo, piensas, por lo menos me he encontrado....

Y te sigues planchando.

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