Curvilíneos


Aún nos quedan palabras, sí.
Aún nos quedan las curvilíneas 
caricias que suspiran en mi espalda.
Pero, sobre todo, nos quedan silencios.
Como si la ausencia de sonido no pudiese ser curvilíneo, como si lo que nunca nos dijimos quedase fuera de lo escrito y ya no quede tiempo. 
Quizá fuimos osados
cuando recogimos nuestros miedos
para construir barreras de pasados.
Quizá quisimos encarcelar 
un verso dentro de un verso
y quedó mudo en su encierro.
Quizá tú y yo nunca fuimos distintos, quizá nos igualaron las yemas de los dedos inquietos sobre nuestros cuerpos.

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