Extraviarnos (grietas)
Siempre pensé que hay diferencia entre perder y
extraviar; que, de alguna forma, uno es más consciente que el otro, nos demos o
no cuenta.
En muchas ocasiones me pregunto, dónde va aquello
que extraviamos; y no me refiero a un lápiz o una libreta. Me refiero a dónde
van los pequeños resquicios de nuestra alma, constituidos por pequeñas
costumbres, pequeñas manías que generan en nosotros sentimientos a los que nos
acostumbramos y que, de repente, extraviamos.
Me pregunto si podemos volver a encontrar todo
aquello de lo que algún día nos despojamos y si sigue viviendo en nosotros. Si
la experiencia que nos llevó a expulsarlo hace que, intrínsecamente, continúe
permaneciendo ahí. Si lo extraviamos o, simplemente, lo cambiamos para
adaptarlo a nuestras grietas actuales.
Porque esa es otra, pienso firmemente que
nuestro mundo está hecho de grietas. Está compuesto de todos aquellos muros que
nos fueron construyendo las decepciones y pérdidas e, igualmente, todas las
pequeñas sacudidas que han ido creando grietas en ellos.
Llegó el tiempo de extraviarnos
Y nos dejó:
los labios temblando
las palabras cortadas
las manos jugando.
Extraviamos los tiempos
De jugar con canicas
De rodar bajo mesas
Y nunca usar despedidas.
Perdimos el plazo y el tiempo
De mirar fijo a los ojos
De saltar hasta agotarnos
De sollozar sin miedo.
Nos extraviamos corriendo
Sin que supusiese una huida
Hasta que dejaron de volver los pasos
Hasta que empezamos a agrietarnos.
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